…por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde …
Julio Cortázar
¡Ay, mi amor! ¿Le habrán pintado el cartelito cuando pintaron las rejas a la costurerita que dona la ropa que no le van a buscar y dona su trabajo que tiene más valor que esos trapos ( a veces, sucios)?
ResponderEliminarAl cartelito le pasó el tiempo, el viento, la lluvia... pero el mensaje sigue ahí, tan claro como el agua clara. Tanto como la costurerita.
Eliminar¿Cómo no empezar a quererla en ese preciso instante, luego de leer el cartel? ¿No? Debe ser un ángel...
ResponderEliminarEn general, las personas que se dedican a oficios caídos en desuso me dan mucha ternura. Si encima tienen una ventana tan colorida, y un cartelito hecho con esmero, y la dignidad de exigir ropa limpia, y la generosidad de donarla ... pero, claro, debe ser un ángel! :)
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