…por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde …
Julio Cortázar
29 de junio de 2014
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Me gustan esos edificios...mucho. Y ese árbol, su sombra...
ResponderEliminarUn beso.
A mí también me gustan los edificios antiguos. El invierno no me gusta tanto, pero produce algunas sombras muy interesantes, sí...
EliminarUn beso para ti.
Acá estoy, amiga, un poco como este árbol de invierno... Mucho trabajo, mucho tiempo hacia adentro. Ya volverán las razones del gusto, ahí están esperando gozosas, para ser compartidas.
ResponderEliminarUn abrazo grande y gracias por estar.
Hola, Eleonora! Se te estaba extrañando... Pensé que quizás andabas por el mundo, engordando tus "Diarios de viaje"...
EliminarEl invierno nos mete para adentro física y mentalmente, sí...
Más allá del trabajo, espero que estés muy bien. Siempre me alegra verte por aquí, en la Luna o en tu casa.
Me alegra que estés, bah.
Otro abrazo
Me parece que ese árbol abre sus brazos pidiendo ayuda. Un psicólogo por aquí, ¿verdad? :)
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