…por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde …

Julio Cortázar

8 de mayo de 2013

Tótem



                                                     
                                                             Tótem despeinado





2 comentarios:

  1. Siempre me parecieron inquietantes la palmeras, sobre todo esas centenarias, que han quedado por ahí solitas, salvadas milagrosamente de las topadoras...
    En Quilmes hay dos que quedaron gracias a la movida de los vecinos, pertenecían a una casa viejísima que fue demolida. Allí se hizo un edificio muy moderno que tuvo que respetarlas, así que los nuevos propietarios cuando se asoman al balcón se topan con estos totem (tótemes?) vegetales.
    Un beso, Betina! Y evidentemente estás en una época de mirar hacia arriba!

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    1. Ah,qué curioso... A mí las palmeras en general me dan gracia, no sé por qué (aunque en el caso de estos ¿tótemes? sí sé). Pero ahora que lo decís, es cierto, esas palmeras viejas que resisten en lugares insólitos tienen algo inquietante...
      Si al asomarme a mi balcón me topara con esos árboles de melenas locas no sé... tal me reiría de los nervios :)

      Un beso, Eleonora!

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